Día mundial de lucha contra el SIDA 2019
No caminé hoy. Pasé el día pensando en estas preguntas
¿Cuál esta siendo mi aporte?
¿Lo que hago hará que algo cambie?
Personas en las plazas, grupos de amigos en la esquina, personas almorzando en un restaurante, conversas con trabajadores en la carretera o con personas curiosas que me vieron pasar con el carrito, etc. Con todas estas personas traté de reflexionar sobre sexualidad, prejuicios y el VIH / SIDA. En los cinco meses que llevo en Perú no hice ninguna de esas intervenciones, porque en mis primeros intentos la gente parecía no estar muy interesada en escucharme. En Perú me invitaron a hablar sobre el VIH con un pequeño grupo de estudiantes solo una vez.
Otro espacio que tenía para compartir experiencias y conocimientos sobre este tema eran las entrevistas en periódicos, radios y canales de televisión. Pero en el país me entrevistaron justo unas pocas veces (ahora acá en el norte un poquito más).
No he hablado con ningún grupo de personas que viven con el VIH, no he visitado ninguna institución que trabaje en prevención, e porque solo hay en algunas ciudades peruanas organizaciones de la sociedad civil que trabajan en esta área.
La última vez que intenté hablar con alguien de salud aquí en Perú para conocer las estrategias de prevención y los desafíos que enfrentan las personas con VIH, la médica que me recibió insistentemente me pedía para definir lo que es el SIDA, creo que mi imagen no le pasó mucha credibilidad.
Además, soy consciente de que acciones aisladas, aunque con buenas intenciones, son casi insignificantes o con resultados diminutos. Las actuaciones colectivas siempre son más impactantes y efectivas.
Estoy leyendo pocos artículos sobre el tema y, debido al cansancio de la caminata, prácticamente no escribo nada frente a la ineficiencia de los gobiernos, especialmente de Brasil, y la ausencia de políticas públicas que puedan cambiar el escenario actual de la epidemia.
¿Mis objetivos no se cumplieron?
Soy consciente de que mi contribución es muy pequeña. Pero todavía quiero compartir mi conocimiento con la gente, quiero escucharlos, quiero aprender de ellos. Quiero seguir mis pasos para sentirme cerca de todos los que luchan por los derechos de las personas con VIH, todos los que trabajan para que no haya nuevos casos. Quiero sentirme cerca de las personas que enfrentan estigma y prejuicio.
Hay algunas situaciones que he experimentado este año que me hacen darme cuenta de que, al menos para un pequeño grupo de personas, el Caminho de Aline está es significativo.
Recuerdo que en Andahuyalas, en una feria, una pareja vio el lazo rojo en el carrito y se detuvo para hacerme preguntas, eran personas humildes, que hablaban tímidamente. Las preguntas revelaron que no sabían mucho sobre este tema pero estaban muy interesados en aprender.
La semana pasada leí un comentario sobre una entrevista que hicieron conmigo. Fue un comentario lleno de prejuicios, moralismo y falta de conocimiento. En este sentido, cualquier intento individual o colectivo de hacer que las personas sean más tolerantes y empáticas es válido, ¿no?
En el transcurso de este año, recibí algunos mensajes de personas que me contaron como recibieron el diagnóstico positivo de VIH, compartieron conmigo sus preocupaciones, temores y sus horizontes. Recibí cada mensaje con profundo respeto y atención. El hecho de que confiaron en mí ya me hace decir que sí, cada quilómetro de esos más de 7800 valió la pena.
SOS un ser maravilloso…Dios está a tu lado..sigue caminando con tu propósito.. que es… derribar perjuicios..arriba…¿quien sino MARCELO ?a la
orden si algo puedo aportar desde Uruguay.